Glu glu, bua bua
Valoración: 3/5.
Hay novelas que te atrapan desde la
primera línea, libros que te dejan sin aliento con el capítulo de
inicio e historias que parecen maravillosas en su sinopsis y luego se
desinflan en el texto. Por desgracia, 'En la colina', de Francisco
Díaz Klaassen, pertenece a esta tercera categoría. No por ello es
un mal libro, y prueba de ello es la carrera literaria de este
escritor y el prestigio que acumula, pero no es de esas historias que
seducen a las masas, bien por la temática o por la forma de narrar.
En 'En la colina' nos encontramos con
un texto intimista en el que el protagonista cuenta al lector sus
noches etílicas que acaban llevándole a subir la colina de la
ciudad para escribirle cartas a una antigua amante. Frustrado por el
engaño de su pareja con su mejor amigo, el intento de rehacer su
vida se pierde en el borde del vaso y le conduce a situaciones y
encuentros que le hacen rememorar desde su infancia hasta los
momentos más recientes de su marcha de su país natal.
Hay que decir que la manera en la que
se estructura este monólogo, con una sola voz ejerciendo de cicerone
y párrafos compuestos por una única frase de tres líneas como
máximo, marcan el ritmo de la lectura al tiempo que dejan cierto
poso filosófico con las reflexiones a las que conduce. Es una forma
de narrar que aporta identidad al libro, que demuestra la intención
del autor de ofrecer algo diferente, más cercano e íntimo, a quien
llega a sus páginas. Y no falta el cinisno a la ironía en este
relato que a veces parece brotar del más profundo odio por el engaño
vivido, cierto aire surrealista y personajes variopintos para
componer este viaje por la nostalgia, la añoranza y el fracaso.
Tras leerlo me quedo con la sensación
de haber cumplido un trámite, como si esos viajes a la colina en los
que acompañamos al protagonista fuesen algún tipo de expiación en
la que participamos con nuestras propias culpas e iras, y aunque al
principio imaginaba por la sinopsis una historia bien distinta (y que
quizá hubiera tenido un mayor potencial), no me disgusta la forma en
la que Díaz Klaassen ha orquestado su obra.
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