domingo, 3 de junio de 2018

Víctimas y verdugos


Reseña de ‘Tigres de cristal’ de Toni Hill
Valoración: 5/5

Leer a Toni Hill siempre ha sido una grata experiencia, y con el paso del tiempo y la llegada de nuevas novelas suyas se ha convertido casi en un ritual. En el panorama actual de la novela negra hay una serie de autores a los que no se les puede perder la pista, y Hill es uno de ellos. Quizá por ello cada cierto tiempo me descubría rastreando en webs y librerías on-line a este escritor, con la esperanza de ver el aviso de una nueva publicación. Y es que desde la trilogía del inspector Salgado el tiempo de espera para disfrutar de una nueva creación se ha alargado, por lo que cuando descubrí que había fecha para un nuevo título, ‘Tigres de cristal’, sentí esa emoción e incertidumbre que precede a las ansias de leer a uno de los grandes.
Cuando sólo tienes una sinopsis y una fecha de publicación tu mente especula, intentando matar la espera con teorías de cómo podrá ser esta nueva historia. Quizá hasta la elevamos a un pedestal y depositamos demasiada confianza en ella, aún a riesgo de descubrir en su posterior lectura algo no tan bueno como deseábamos. Pero Toni Hill, a quien apodé en su día “el Zafón de la novela negra” por ‘Los ángeles de hielo’ (una gran novela que sumerge al lector en esa Barcelona zafoniana de ‘El juego del ángel’ para contar una historia con alma propia, bien elaborada y con una narrativa brutal), es garantía de calidad, y eso se nota en las páginas de ‘Tigres de cristal’, una obra con la que de nuevo Hill alcanza la maestría literaria.
Antes de entrar en harina, os adjunto la sinopsis de la editorial:

A finales de los setenta, Víctor Yagüe y Juanpe Zamora fueron algo más que simples compañeros de clase. Su amistad, llena de confidencias y juegos, de alegrías y miedos, rebasó las paredes del aula y se extendió por las conflictivas calles de la Ciudad Satélite. Hasta el 15 de diciembre de 1978. Hasta el día en que un suceso trágico sacudió la conciencia de los vecinos. Hasta el momento en que los chicos se vieron obligados a escoger entre la lealtad y la salvación.Treinta y siete años después, ambos vuelven a encontrarse en ese mismo escenario. Sus vidas han corrido suertes opuestas. Juanpe es un hombre a la deriva, sin futuro y con un presente turbio; Víctor, en cambio, puede considerarse un triunfador. Quizá por eso se siente extrañamente en deuda con su viejo amigo y decide enfrentarse a los claroscuros de un caso cerrado que, sin embargo, sigue envuelto de inquietantes preguntas que nadie quiere responder.Pero lo que Víctor y Juanpe ignoran es que alguien, en la sombra, está escribiendo la historia de ese crimen. Un relato revelador que, tal vez, ninguno de los dos debería leer.

Detrás de este resumen se esconde un libro que habla de víctimas que se convierten en involuntarios verdugos, de amistad y de traición, de miedo y de venganza. De cómo algo puede cambiar la vida de una persona y arrastrarla por uno u otro camino, con una descripción psicológica de cada personaje en la que Hill no olvida su oficio como psicólogo (algo que aporta en cada uno de sus libros una profundidad especial a sus personajes) y que ayuda a ponerse en la piel de ellos y vivir de este modo la historia.
Si algo me ha gustado del libro es ese elogio a la amistad que se esconde entre sus páginas, esa lealtad que no muere con el paso de las décadas y que se teje con las vivencias compartidas, los buenos momentos vividos y las sombras derrotadas. En esta vida amigos de verdad se encuentran pocos, sobre todo en la actualidad, y quizá tengamos que retrotraernos a décadas pasadas para encontrar este valor aún puro. Queda claro con la contraposición que Hill hace de la unión de Víctor y Juanpe y la relación entre Lara y la pobre Alena, o incluso en las relaciones sociales y la forma de vida en el colegio de aquella época y el actual.
Pero hay algo que permanece latente aunque pase el tiempo: el acoso escolar, ahora llamado bullying. He de agradecer a Hill que aborde este tema en su novela (quizá me he acostumbrado a la nueva moda de meter casos de bebes robados o de abusos por parte de sacerdotes en el género ‘noir actual’), pues son pocas las historias que lo introducen como tema principal y se adentran en ese horror de víctimas y verdugos. De hecho, ‘Tigres de cristal’ se convierte en una reflexión sobre cómo ha evolucionado ese acoso, ahora con las nuevas tecnologías y las redes sociales como aliadas; y también de las heridas que abre en quienes lo sufren, en su desgaste emocional y su calvario diario. Detrás del bullying se esconde la maldad, una maldad enfermiza practicada por jóvenes que ni siquiera se dan cuenta de la consecuencia de sus actos, que lo asumen como algo normal e incluso necesario. ¿Hay detrás de estas actitudes unas trazas de psicopatía? Desde luego, disfrutar con el sufrimiento ajeno invita a pensar así.
Pero Hill aborda con sus tigres muchos más temas, como la huella de la culpa y cómo condiciona al ser humano. ‘Tigres de cristal’ es mucho más que una novela negra, es una radiografía del ser humano en todas sus vertientes, analizada con la excusa de un crimen ocurrido hace décadas y los posos que ha dejado en la sociedad, en quienes lo sufrieron y en quienes lo cometieron.
Ojo, que con este autor nunca faltan las sorpresas, como bien se pudo comprobar en ‘Los ángeles de hielo’, donde utilizó un giro narrativo magistral para conducir a un desenlace de quitarse el sombrero. En esta ocasión el toque es mucho más sutil, y aparece de manera inocente para desgarrar a un lector que ya creía saberlo todo. Bien entrada la noche, con el libro en las manos y la advertencia de la llegada del final, no puede evitar soltar un “la hostia” al descubrir el regalo que Hill ofrece a sus fieles en este libro.
Ahora, con ‘Tigres de cristal’ en un lugar de honor en la biblioteca (con el doblete de tenerlo en ebook por cortesía de Edición Anticipada y en papel por el deseo de no dejar huérfana a la zona noble de mi biblioteca), sólo me queda esperar pacientemente un nuevo libro de Toni Hill para degustar sus tramas.



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