domingo, 27 de mayo de 2018

Larga vida al Señor Perro


Reseña de ‘El maldito orgullo de León Barcan’, de Javier Jené Gaspar

Valoración: 4,5/5.

Talento, mucho talento. Eso es lo que abunda en las páginas de ‘El maldito orgullo de León Barcan’, una novela negra de Javier Jené Gaspar en la que el ingenio y el buen hacer de su autor se conjugan para atrapar al lector hasta el punto de que resulta imposible dejar de pasar páginas. Jené Gaspar, autor de otras dos obras anteriores a esta novela, ofrece un recorrido por la Barcelona más turbia de los años 80 y la actualidad, amén de una mención especial a la vida carcelaria, de la mano de unos personajes muy peculiares. Y ahí es donde la creación del Sr. Perro obliga al lector a quitarse el sombrero y aplaudir por ello.
Porque en ‘El maldito orgullo de León Barcan’ este personaje es la fiera oculta en el interior de un joven (que después ya no será tan joven) de una familia acomodada que de repente se ve despojado de todo ese mundo de lujo y apariencias y malvive en la calle, hasta acabar con sus huesos en la cárcel de una manera injusta. Su salida del trullo tres décadas después sirve de excusa para adentrarse en su pasado y permite seguir los cuatro ejes en los que pivota el libro con los personajes de León Barcan, el Sr. Perro, don Tic Tac o el infame Ariza.
Con todos estos ingredientes dentro de la coctelera y unos secundarios de lujo, además de una dinámica narrativa que se vuelve adictiva a la hora de querer desentrañar el misterio (el autor, además, abre el libro con un adelanto del final del libro que despierta el hambre literario por saber qué ha pasado para que suceda eso), ‘El maldito orgullo de León Barcan’ es una maldita obra de arte, digna de leer y que enganchará sin duda a los amantes de la novela negra. Y si Jené Gaspar abre esa puerta, le auguro una larga vida al Señor Perro y su forma de resolver las cosas.
Ah, no hay que olvidar que dentro de esta novela aparece un misterioso asesino, don Tic Tac, que nos va a mantener en vilo durante todo el libro, y que nos reserva una gran sorpresa…
Visto todo esto, lo cierto es que adentrarse en esta historia es tentador. Demasiado tentador. Y si además le añades que ‘El maldito orgullo de León Barcan’ tiene el aval de haber ganado la primera edición del Premio del Certamen Literario Nuevos Escritores 2017, la certeza de que estamos ante una buena novela está garantizada.
Ahora bien, hay que decir que a partir de cierto punto el libro entra en una dinámica que, en cierta manera, rompe un poco con los cánones de lo que debe ser la escritura y sus procesos creativos. Sin que afecte a la genialidad de la historia, lo cierto es que el autor ‘facilita’ a su personaje muchas soluciones a los problemas que le acechas con una facilidad pasmosa, y en algunos momentos hasta inverosímiles. En un momento uno de los amigos de León Barcan llega a decirle que podría cambiarse su apodo por el de “señor Potra”, y no puedo estar más de acuerdo.
Esta valoración, que viene condicionada más por mi faceta de escritor que por la de lector, la comentaba hace unos días con otro escritor que también coincidió en que dentro de los mecanismos narrativos hay que intentar no caer en esa trampa de que todo venga rodado (y eso que, si nos ponemos exquisitos, en mi novela también peco un poco de ello). Es un recurso que debe usarse con cuidado, ya que aunque parezca que la ficción puede aguantarlo todo hay que tener un celo especial para procurar que el lector encuentre la narración lo más realista posible (dentro del género de la novela negra, en esta caso). 
Pese a ello, ‘El maldito orgullo de León Barcan’ se disfruta y se vive de una manera especial, y como decía al inicio de esta reseña, eso es gracias al talento de su creador, Javier Jené Gaspar, a quien auguro una buena carrera literaria, y al que deberíamos empezar a seguir para estar atentos a sus próximas novedades.




jueves, 24 de mayo de 2018

El vals de las letras

Reseña de ‘La sinfonía del tiempo’, de Álvaro Arbina

Hay novelas que se escriben con pincel, dotando a cada párrafo de una esencia especial que sólo alcanzan las obras de arte. Cuando una de ellas llega a las manos de un amante de la lectura, el flechazo entre ambos es inevitable. Es la magia de aquellas historias que, además de estar perfectamente escritas, aportan en cada capítulo una pizca (o grandes dosis) de sabiduría al tiempo que emocionan al lector. Y, por supuesto, no todos los libros llegan a alcanzar esta categoría. Pero en el caso de ‘La sinfonía del tiempo’, la segunda novela del vitoriano Álvaro Arbina, su libro cumple con creces estos requisitos.
A caballo entre una de las grandes novelas de Ken Follet y la intriga de Zafón, ‘La sinfonía del tiempo’ arranca con la misteriosa desaparición del marido de Elsa. Un extraño suceso que arrastrará a esta joven desde su casa de Londres hasta la villa que su familia, propietaria de una de las empresas siderúrgicas más potentes del Bilbao del XIX, tiene en la costa vasca. Su búsqueda de respuestas chocará con un secreto que sólo los fantasmas del pasado parecen conocer.
En esta historia Arbina abre tres tramas que se entremezclan con maestría hasta llegar al nexo común: la búsqueda desesperada de Benjamin, el pasado familiar de los Zulueta y la obsesión de un científico por encontrar la sinfonía que entonan los engranajes del mundo. Todo ello ofrece un billete de primera clase para viajar a través del tiempo a la época industrial y sus contrastes entre la opulencia de la burguesía y la pobreza más extrema de la clase obrera, amén de un repaso a la miseria humana que acompaña al poder.
Si con ‘La mujer del reloj’ este joven arquitecto vitoriano debutaba en el mundo literario por la puerta grande gracias a una cuidada novela histórica en la que había empeñado años de trabajo, lo cierto es que su segundo libro lo consolida como uno de los grandes narradores de nuestra época, con un estilo madurado respecto a su primera obra y un afán de enseñar la historia a través de las palabras.
No es de extrañar el éxito que ha alcanzado, pues Arbina siempre ha buscado la perfección en las tareas que emprende. Quienes hemos podido conocer su faceta de arquitecto y ver alguno de los proyectos que ha elaborado (en los que no falta detalle y cuidado) sabemos la dedicación y el esmero que pone en cada uno de sus trabajos, y él mismo ha reconocido que su método de trabajo para escribir cada novela implica documentarse hasta el extremo, dejando que las ideas que llegan se acumulen en una montaña de post-it que le llevarán después a la obra maestra.
De lo único que puede pecar ‘La sinfonía del tiempo’ es de ser algo compleja en la trama en la que el profesor Higgins busca demostrar que existe esa melodía, aunque ello no impide una lectura adictiva que ansía desvelar el misterio. Leer esta novela es una experiencia en la que se entremezcla la ilusión de estar ante una obra maestra con el orgullo de ver que un joven ha sido capaz de crear algo que en nuestro imaginario sólo está al alcance de los escritores más veteranos.
No me cansaré de recomendar esta novela, puesto que cualquier lector sabrá apreciar en ella la magia de las palabras. Como bien dice Arbina, no se trata de un libro para devorar, sino que necesita ser degustado. Tiene toda la razón.


domingo, 20 de mayo de 2018

Hildegarda contra la corrupción de la Iglesia


Reseña de 'La abadesa de Bingen' de María Elisa Cortina

Si hay algo que tiene mérito dentro de la literatura es la dedicación de los autores que se deciden por crear novelas dentro del género histórico. Escoger esta opción conlleva no sólo dar con una trama lo suficientemente buena para que enamore al lector, sino que obliga además a un ejercicio extra de documentación para conocer todos los entresijos de la época sobre la que se escribe. Es algo que admiro, ya que afrontar un reto literario de esta envergadura aporta un plus a quienes se desenvuelven dentro de este género.
Pero a veces la apuesta es mucho más elevada, como se puede comprobar con la lectura de ‘La abadesa de Bingen’, que a caballo entre la biografía y la novela nos cuenta la historia de Hildegarda de Bingen, una monja que vivió en las convulsas décadas del siglo XII y a la que se considera como un referente religioso de aquella época. Basta ver la extensa bibliografía que acompaña al texto para darse cuenta de que su autora, María Elisa Cortina, ha trabajado mucho para dar forma a esta historia.
En este punto de la reseña prefiero dejar que sea la sinopsis oficial la que os acerque el contenido de ‘La abadesa de Bingen’:

Nacida en una familia de fortuna y linaje, a los tres años de edad Hildegarda de Bingen comenzó a tener visiones acompañadas de dolores tan intensos que parecían llevarla a la muerte. A los catorce años fue encerrada, contra su voluntad, en una celda de barro adosada a las paredes de un monasterio de varones. Allí dedicaría su vida solo a la contemplación del Señor. Pero Dios le tenía preparada otra cosa.
Sazonada con ingredientes fantásticos y usando como telón de fondo el mundo monástico y el convulsionado siglo XII, esta novela narra la historia de esa joven que desafiando a su mundo fue abadesa, profetisa y médico. Realizó milagros y exorcismos, se vistió con sedas y joyas, escribió de teología y medicina, compuso música, fundó dos monasterios, predicó en público, desafió al mundo masculino y enfrentó a papas y emperadores siendo una de las personalidades más fascinantes del siglo XII alemán.

Con estos antecedentes, la verdad es que la idea de acercarse a la vida de Hildegarda es tentadora. Y aunque en el libro el peso de la religión y el sentimiento y la fe están muy presentes (algo que puede desanimar a alguien que no sea precisamente religioso), lo cierto es que no se trata de la narración de la vida de una santa según los cánones que se marcaban en la época en la que a la librería Sempere e hijos acudían clientas en busca de un misal para sus vástagos. Todo lo contrario.
En ‘La abadesa de Bingen’ vamos a adentrarnos en los entresijos de la vida monástica, de las vivencias religiosas de una mujer devota, pero también encontraremos una radiografía histórica de una de las épocas más caóticas de la religión (y también de una sociedad movida por las guerras entre reyes) en la que Hildegarda acaba siendo la excusa para lanzar una crítica contra esa corrupción moral que vivió la Iglesia durante esa época, con el abandono de la fe para buscar placeres más terrenales.
Para mí eso le aporta un plus, ya que Cortin no se corta un pelo a la hora de señalar estas cuestiones, al mismo tiempo que reivindica el papel de la mujer en una sociedad donde el hueco que ellas ocupaban era escaso. Y es que Hildegarda fue toda una revolucionaria que no dudó en contradecir a reyes y a papas mientras defendía lo que para ella era lo más sagrado: la esencia de la Iglesia.
En cuanto a la narración, no olvidemos que se trata de una biografía novelada, por lo que el texto se mantiene en un estilo plano, sin apenas picos de acción y con muchas reflexiones entre sus capítulos, aunque no faltan los momentos de intriga. Quizá ello provoque que el ritmo de lectura se ralentice un poco, pero lo cierto es que las ganas de saber qué sucede con Hildegarda y su particular cruzada acaban enganchando.
He de decir que, frente a mis temores de toparme con una biografía en clave religiosa, he disfrutado de una historia que me ha aportado nuevos conocimientos, me ha provocado alguna que otra sonrisa y me ha recordado que la verdadera Iglesia es la que conforman las personas bondadosas que se entregan a las buenas acciones. Por ello creo que ‘La abadesa de Bingen’ es una buena historia.